Hidrografía: El riu Girona

EL RÍO GIRONA
Tiene 40 Km de curso y 105 Km cuadrados de cuenca, en la cual se diferencian perfectamente dos partes, separadas por el desfiladero de Isber. En la parte alta recibe el nombre de Riu d’Ebo o también Barranc de l’Infern, y extiende su cuenca a 57 Km cuadrados por tres de les Valls del NW; nace de la unión de varios torrentes que surcan la Vali de Alcalá, entre margas miocenas, a 700-630 m de altura, y que confluyen en abanico un poco aguas abajo de Alcalá de la Jovada, a unos 630 m sobre el nivel del mar. La parte W y S del valle desagua hacia el Barranc de l’Encantada, afluente del Serpis, sirviendo como divisoria de aguas con el Girona las lomas miocenas de les Forques. El Girona va bordeando, en líneas generales, la falla inversa con que acaba al N la escama cretácea de las sierras de Capaimona y Ebo, hasta abrirse en la isohipsa de 400 m a la cubeta tectónica de Ebo, siguiendo una orientación N 750 E. Al salir de la misma, arrumba en dirección meridiana, cortando el Cretáceo de la sierra de Ebo o Carrasca, y se encaja en el tramo llamado propiamente Barranc de l’Infern, para retornar a la primitiva orientación a la altura de Benimaurell, ensanchando ligeramente su cauce para volverlo a cerrar en el estrecho de Isber, cerca de Campeil, a través del cual se abre a la Retoria.
La parte baja abarca 48 Km cuadrados, pues su recorrido es menor, y aunque el valle se ensancha considerablemente sobre sedimentos cuaternarios, a partir de Ondara lo comparte con el barranco de la Alberca. En el Girona medio el curso drena las aguas de la Retoria por su margen izquierda y las de Orba y Benidoleig por la derecha, apareciendo el valle flanqueado por la alineación Recingles, Cabal y parte de Segária al N, y por el Casteil d’Orba y Seguili al S; la divisoria entre la Retoria y el tramo más bajo viene señalada por el espolón cretáceo dels Massips, entre Sanet y Beniarbeig.
En la última sección, donde toma el nombre de Riu d’Al Verger, va inflexionándose hacia el N, pasando por Verger y els Llocs, para desembocar por la punta de l’Almadrava, discurriendo con una pendiente muy suave.
El Barranc de l’Infern y la garganta epigénica de Isber.—El curso alto del Girona suele seguir las líneas marcadas por la estructura isoclinal de los macizos cretáceos, a lo largo de las zonas de resistencia mínima, que son un frente de cabalgamiento o falla inversa de orientación SW-NE (casi normal al buzamiento general) y la cuenca tectónica de Ebo.
Cuando el río cambia a rumbo N-S o NW-NE, cortando perpendicularmente las estructuras y las alineaciones topográficas determinadas por ellas, se encaja formando estrechas gargantas. Esto es lo que ocurre desde el brusco recodo a la salida de la fosa de Ebo hasta la Coya Santa, tramo en el que sigue una dirección casi meridiana y donde forma el impresionante tajo del Barranc de l’Infern; aguas abajo, y en circunstancias semejantes, labra la garganta de Isber, de corto recorrido, pero que constituye una de las más angostas y verticales del territorio valenciano.
Resulta problemático reconocer el carácter de estos cañones, tal como vimos al tratar en el karst el caso de l’Infern. La observación del congosto de Isber y sus inmediaciones nos puede dar alguna luz al respecto.
En Isber el río cambia bruscamente de dirección a NW-SE, encontrando unas capas calizas de tipo litográfico y marmóreo, de gran resistencia, y al erosionarlas se encaja en ellas profundamente; el estrecho es del orden de 4 a 5 m de ancho en la base, abriéndose muy lentamente en altura, de modo que la separación de las paredes viene a ser sólo de 14 m, a unos 60 m sobre el nivel del cauce.
Dos factores coadyuvan al proceso erosivo fluvial: por una parte, la línea de escorrentía se hace coincidente con el buzamiento de las capas en planos acusadamente inclinados, del orden de 700 a 60° SE; de otro lado, en este caso se puede establecer una relación estrecha entre el congosto y un sistema de fallas secundarias que, precisamente en dirección NW-SE, cuartean el macizo calizo. Cuando fue estudiada la zona para fundamentar la presa, libre aún del material de arrastre que hoy impide ver el cauce, se apreció como los bancos de un flanco enlazan sin disconformidad con los del opuesto, indicando que el plano de falla no se prolonga por el fondo de la garganta.
Con todo, el despeñadero es debido esencialmente a la acción erosiva del río, si bien fuese en principio favorecida por esas pequeñas fallas y por el fuerte buzamiento del terreno, que es coincidente con el rumbo fluvial.
Fuente: José Costa Mas – El Marquesat de Dénia. Estudio Geográfico. 1977