Las noticias eran muy confusas durante el final del día 20 de octubre de 1982: mientras que varias personas aseguraban que la presa de Tous estaba sufriendo fisuras por donde se producía fugas debido a la fuerza del agua acumulada por las fuertes lluvias, las autoridades negaban este extremo. Las graves inundaciones que estaba causando el Júcar aguas abajo obligó a Obras Públicas a reconocer un «desmoronamiento parcial del dique».
ABC fue más allá y confirmó el 21 de octubre la rotura de la presa de Tous. Y es que la Guardia Civil había revelado al periódico que el pantano se hallaba «prácticamente vacío». La explicación no hizo nada más que confirmar lo que ya se sospechaba durante todo el infausto miércoles: las graves inundaciones que sufrieron todas las poblaciones de la Ribera del Júcar sólo podían deberse a la rotura del dique aguas arriba. Miles de evacuados La falta de información llevó a la psicosis, publicaban los enviados especiales del diario. Mientras numerosas poblaciones se encontraban aterrorizadas por la llegada de la riada, otras -encabezadas por Alzira- ya estaban cubiertas por las aguas y a la espera de la evacuación de los más necesitados y de la llegada de aprovisionamientos de medicamentos, comida y, sobre todo, de agua potable. Unas labores de rescate que tan sólo se pudieron hacer por aire (a través de helicópteros) a por agua (con lanchas neumáticas). La foto que abrió ABC el día 22 era reveladora : en ella se veía el lugar donde se asentaba el dique, del cual sólo quedaban unos restos, en el pantano. Estaba totalmente asolado. Además, se relataba cómo miles de habitantes de localidades como Alzira y Carcagente todavía permanecían en montañas cercanas a la espera de ser evacuados y que se estaban detectando conatos de pillaje en viviendas abandonadas por sus propietarios para huir de las aguas. En esta jornada se inició la contabilización de las pérdidas humanas y materiales.
Un total de veinticinco personas perdieron la vida como consecuencia de la riada.
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