El Turia aún acecha a Valencia y los afluentes del Júcar a la Ribera por la falta de infraestructuras hidráulicas proyectadas hace décadas 05.09.10 - 00:46 - F. RICÓS fricos@lasprovincias.es |
La recta final del verano anuncia la gota fría. Desde finales del estío hasta el mes de noviembre los meteorólogos suelen dar tres o cuatro avisos de llegada de lluvias torrenciales. El primero ya lo ha dado el jefe del Meteorológico en Murcia, Fernando Belda. Es el clima mediterráneo. Unas veces se da la circunstancia de que las nubes se desploman sobre los campos y pueblos valencianos y otras, con algo más de suerte, las lluvias torrenciales pasan de largo.
Así sucede año tras año. Y a pesar de ello, como reza el refrán popular, «sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena», observamos que tal o cual barranco se ha desbordado porque no se había limpiado de maleza o que ese río se ha salido a su paso por el casco urbano porque el cauce lo ha ido estrechando la construcción de viviendas.
Y había soluciones. Nada menos que 105 obras previstas para paliar, en la medida de lo posible, los efectos de las lluvias torrenciales. Están descritas en un papel que al menos tiene siete años desde que las Cortes lo aprobaron. Se llama Plan de Acción Territorial sobre el Riesgo de Inundaciones en la Comunitat Valenciana. Los políticos autonómicos lo conocen por su acrónimo, Patricova. Los ciudadanos prácticamente ignoran la existencia de este plan porque de las 105 obras previstas para paliar los afectos de las riadas sólo se han terminado 14, con lo que restan 91. Otras 14 están, de una manera u otra, en fase de obras, y 77, la inmensa mayoría, ni están ni se las espera. Y menos en la actualidad, con una crisis que ha cortado de raíz las grandes inversiones en infraestructuras.
El Patricova se aprobó de manera definitiva en enero de 2003, aunque en marzo de 2001 ya se presentó en público el documento final, a falta de las alegaciones que pudieran presentarse. Más de un centenar de obras que asumía en su gran mayoría, nada menos que 85, la Generalitat, y las 20 restantes, el Gobierno.
Se había planeado, y así se indicó a principios de esta década, que el Ejecutivo central podría finalizar sus actuaciones en 2008 y que el Consell haría lo mismo en 2011. Pero el primero no ha alcanzado el objetivo y el segundo se encuentra lejos de conseguirlo. Y más aún cuando el documento se halla ahora en periodo de revisión.
Además de la falta de infraestructuras capaces de dominar los efectos de una gota fría, algo muy necesario es que los cauces dispongan de los menores obstáculos posibles y una vegetación adecuada, no que exista un mar de cañas en ríos y barrancos que impidan la circulación del agua y formen barreras que causen desbordamientos, como sucedió en las riadas que sufrió La Marina Alta en 2007. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha gastado estos últimos años más dinero que nunca, casi 26 millones de euros el año pasado.
Pero un invierno muy lluvioso y un principio de primavera muy húmedo ha hecho brotar la vegetación, en especial la caña americana, a lo largo y ancho de los barrancos. El río Júcar, a su paso por la Ribera, también es un inmenso cañaveral. Donde se mantiene bastante a raya la vegetación es en el nuevo cauce del Turia, tratado en 2009 por la CHJ, no así en el resto, desde Manises a Pedralba.
Un total de 165 municipios de la Comunitat, la inmensa mayoría de ellos situados en la franja litoral, presentan un riesgo medio o alto de inundabilidad en caso de lluvias torrenciales y, además, la mitad de ellos carecen de planes de emergencia adaptados a sus características peculiares.
«Estamos hablando de seguridad en las personas y en los bienes. Y, por otra parte, también de prevención. No se pueden evitar las lluvias ni los riesgos naturales, pero sí evitar o minimizar los daños que estos pueden causar. Se trata de prevenir, no de medidas a posteriori, que es lo que, por desgracia, está haciendo el Gobierno del PP año tras año como consecuencia de no ejecutar las obras pendientes», critica la diputada socialista Mercé Sanchordi, responsable de asuntos relacionados con la seguridad.
El Patricova, pese a estar vigente desde hace siete años y medio, recoge actuaciones de hace 50, que garantizarían en un alto porcentaje la seguridad de Valencia en caso de riada, porque si en la actualidad se produjese una avenida como la de 1957, el nuevo cauce del Turia no dispone de espacio suficiente como para canalizar los 4.600 metros cúbicos que aportó el Turia en aquella trágica jornada.
La capacidad del nuevo cauce se estima entre 3.600 y 4.000 metros cúbicos por segundo. El Ministerio de Medio Ambiente, a través de la empresa pública Acuamed, pretende ampliarla hasta los 5.000 metros cúbicos y no construir la presa de Vilamarxant, una obra planificada incluso desde antes de la avenida del 57. Tras descartarse la construcción de esta infraestructura, la última que aguanta al Turia antes de llegar a Valencia es Loriguilla, un embalse con problemas de filtraciones que este año podría haberse llenado y los responsables de la CHJ no han querido. La rambla Primera y la Castellarda que hubiera controlado la presa de Vilamarxant, seguirán vertiendo sin control en el Turia.
La Ribera, al igual que Valencia y su área metropolitana, aún se encuentra en zona de riesgo de inundación. Añejo también es el plan de prevención de inundaciones del Júcar, de 1985, del cual faltan por construir tres embalses: el del Marquesat en el río Magro, el de Estubeny en el Sellent y el de Montesa en el Cáñoles.
También pendiente se encuentra el drenaje del marjal sur del Júcar y el acondicionamiento del río desde Carcaixent y Alzira hasta la autopista AP-7, que incluye el encauzamiento de los barrancos de Barxeta, la Casella, Vilella y el Estret. Este año la Confederación Hidrográfica del Júcar ha empezado a trabajar, reuniendo a diversos grupos para dar solución a este plan que se arrastra desde hace 25 años. La inversión necesaria para desarrollarlo oscila entre los 1.800 y los 5.000 millones de euros.
La CHJ y Acuamed han empezado a volcarse en la comarca de la Safor. Han emprendido actuaciones para evitar las inundaciones en Gandia y pueblos de alrededor encauzando el Serpis y desviando barrancos. Otra área de acción en esta castigada comarca, lugar de origen del presidente de la CHJ, Juan José Moragues, son las actuaciones de laminación y drenaje que afectan a la rambla de la Gallinera, incluidas en el Patricova.
Dentro de este plan la CHJ tiene pendiente la ejecución de las presas de Benifaió, Terrateig, Adsubia y Benirrama, además de la continuación de las obras del barranco del Poyo, realizadas por el último Gobierno del PP, que se pararon en el tramo que va desde la Albufera hasta Catarroja y Massanassa y falta que lleguen hasta Torrent y se prolonguen hasta Chiva.
La Conselleria tiene pendiente, entre otras obras, canalizar el tramo final del río Girona, cuya desembocadura protegió el año pasado el Ministerio de Medio Ambiente con 30 metros de escollera.
Pero no todo es negativo. La Conselleria de Medio Ambiente emprendió hace algo más de un año un proyecto de reforestación de unas 3.000 hectáreas en La Marina Alta, comarca damnificada por las inundaciones, especialmente durante el puente del 9 d'Octubre y el Pilar de 2007. En el conjunto de la Comunitat la plantación abarca las 22.000 hectáreas y supone una inversión de 24 millones de euros hasta el final de la legislatura.
La CHJ, por su parte, ha finalizado el acondicionamiento y recuperación mediombiental de los márgenes del río Gorgos a su paso por Gata. También ha realizado una limpieza del cauce del Turia a la altura de Pedralba.
http://www.lasprovincias.es/v/20100905/comunitat/gota-fria-amenaza-obras-20100905.html
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