Escrito por Luis Falcón
Viernes, 28 de Enero de 2011 00:00
Ecologistas en Acción manifiesta su preocupación por la gran cantidad de agua en la presa cuyos efectos empiezan a notarse en el puente que atraviesa el río. Continuar con el llenado de la presa de Irueña puede suponer un tremendo riesgo para la población. La administración regional y la empresa concesionaria parecen estar abandonando sus responsabilidades y los compromisos adquiridos.
Con las últimas precipitaciones la presa de Irueña ha alcanzado un importantísimo nivel de agua, continuar permitiendo el llenado de la misma puede suponer una temeridad mientras no se realicen los estudios y las infraestructuras necesarias. Esta presa tuvo, desde su origen, una fuerte respuesta por parte de los grupos ecologistas, que afirmaron que lejos de ser una solución a los problemas de inundaciones en Ciudad Rodrigo, se trataría más bien de un grave atentado al medio natural tan rico presente en la zona como son los bosques de ribera del valle del Águeda que aspiraban a ser catalogados dentro de la red Natura 2000.
Las infraestructuras necesarias todavía no se han finalizado, sin embargo, eso no ha sido inconveniente para comenzar el llenado del vaso de la presa de Irueña, de forma que la enorme acumulación de agua empieza a hacer notar sus efectos. Prueba de ello es que mientras el puente de “gran envergadura” sobre el Águeda esta muy lejos de terminarse, se sigue utilizando, como no podría ser de otro modo, el puente que comunica los municipios de Robleda con el Bodón.. Un puente diseñado para que su peso descansara sobre terreno seco y que por tanto está sufriendo gravemente las acometidas del agua, que dañan los pilares y suponen un serio peligro para todos los usuarios. Bien es cierto que no existe un peligro inmediato de derrumbe, sin embargo, ni los propios técnicos que lo han revisado pueden garantizar al 100% que este no se venga abajo, ya que nadie sabe los efectos que puede tener la continua subida del nivel del agua.
De tal forma que si se produjera algún tipo de derrumbe y se tuviera que cerrar de forma preventiva. Robleda quedaría incomunicada con su salida natural hacia Ciudad Rodrigo y Salamanca, salvo que se diera un enorme rodeo por el Payo, retrocediendo hacia el sur para ir hacia el Norte o a través de El Sahúgo, cuya carretera está cortada un día sí y otro no a su paso por el río Mayas. También quedaría cortada la comunicación entre Ciudad Rodrigo y la comarca extremeña de Coria. A ello hay que añadir el riesgo que supondría este rodeo para transportar urgencias hospitalarias desde la lejana comarca del Rebolllar hasta el hospital de Salamanca.
En su día, los responsables de su construcción argumentaban la necesidad de esta presa para regular las inundaciones estacionales que se producían aguas abajo. Desde Ecologistas en Acción de Salamanca nos preguntamos ¿qué efectividad puede tener para regular el caudal del río un embalse que va acumular agua de forma permanente? Ya que si hacemos caso al sentido común y a los numerosos documentos técnicos que tratan este tipo de infraestructuras, seremos conscientes de que un embalse con un importante acopio de agua difícilmente puede acumular más agua, siendo ineficaz cuando se produzcan avenidas, ya que será necesaria la apertura de las compuertas para liberar carga, lo que generará las mismas inundaciones que “pretende” evitar.
Todo ello no hace más que suscitar serias reflexiones sobre si esta instalación puede tener intereses ocultos como puede ser el aprovechamiento hidroeléctrico.
“En Irueña, una modificación sobre la marcha del proyecto, vulnerando los objetivos previstos en la declaración de impacto ambiental de 1995, introdujo turbinas de producción eléctrica en el muro de la presa. Como es evidente, para que estas funcionen es necesario que la presa esté prácticamente llena. Ahora bien, si el pantano está lleno, tiene anulada su capacidad de retención en caso de inundaciones. Producción hidroeléctrica y regulación de avenidas son incompatibles. La presa de Irueña, llena, sólo beneficia a las empresas eléctricas y a quienes pretenden regar sin límite, ignorando los principios del ahorro emanados de la nueva cultura del agua”. Mantenía Ecologistas en Acción de Salamanca en una nota de prensa el 19 de mayo de 2004
Otros argumentos esgrimidos en su día, sobre todo en los pueblos aguas arriba de la presa, eran los beneficios socioeconómicos de la obra. Se prometieron “varios cientos de puestos de trabajo” durante su construcción y otros, sin determinar, de carácter fijo una vez finalizada la presa. Se llegó incluso a pronosticar un freno de la emigración y hasta un aumento de la población. La realidad de los pueblos ribereños no puede ser más desesperanzadora. La población disminuye a pasos cada vez más preocupantes y el envejecimiento es cada día más evidente.
Parece además que la administración pública está impasible ante estos acontecimientos, desviando la responsabilidad de unos a otros, de forma que nadie toma cartas en el asunto mientras continua el llenado de esta presa. Aparentemente no han hecho sus deberes al no informar de los riesgos de esta presa, ya que se han olvidado de realizar numerosos estudios, como el sísmico. Se puede pues concluir que esta presa, llena, sólo beneficiará a una gran compañía eléctrica y a una plataforma de regantes Pudiendo suponer un grave riesgo para la población de la zona, además de destruir uno de los valles fluviales mejor conservados de la península, utilizar el argumento de las inundaciones como excusa, nos parece un fraude ético que está sirviendo para malgastar una ingente cantidad de nuestras menguados caudales públicos.
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viernes, 28 de enero de 2011
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