La maleza invade cauces y barrancos, hay decenas de obras para evitar riadas pendientes de ejecutar y muchos municipios en zonas de riesgo no tienen plan de emergencias
11.09.11 - 00:52 -
JOAQUÍN BATISTA jbatista@lasprovincias.es |
Hace cuatro años, España vivió en directo el desplome del puente de Beniarbeig, en la Marina Alta, ante la devastadora crecida del río Girona y la escasa capacidad de drenaje del cauce. Hace medio siglo, en 1957, el desbordamiento del río Turia devastó Valencia, dejando más de 40 víctimas mortales. Son algunos ejemplos de las consecuencias que provocan las lluvias torrenciales que periódicamente azotan el levante español tras la época estival. Es lo que se conoce a nivel coloquial como gota fría, a pesar de que los expertos insisten en que este fenómeno, de carácter atmosférico, no siempre está asociado a fuertes lluvias.
En la actualidad, los avances en la predicción meteorológica, los millones invertidos en obras para reducir el impacto de las avenidas de agua y la concienciación de las Administraciones en la importancia de prevenir han permitido mitigar los riesgos. Y sin embargo existen. En la actualidad, decenas de las obras aprobadas en 2003 para evitar episodios de inundación siguen pendientes. También hay demasiadas localidades que carecen del plan municipal ante inundaciones, donde se establecen, por ejemplo, las vías de evacuación que debe seguir la población en caso de catástrofe. Por no hablar de los cauces y barrancos que están llenos de maleza, restando capacidad de drenaje.
En 2003, la Generalitat aprobó el Plan de acción territorial para la prevención del riesgo de inundaciones (Patricova), un proyecto muy ambicioso en la que se establecieron 153 actuaciones estructurales, desde mejoras de encauzamientos, diques de contención y sistemas de drenaje hasta presas para laminar avenidas de agua, algunas previstas desde hace décadas. Los trabajos se repartieron entre la Administración autonómica y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Pese al tiempo transcurrido, parte de las obras no se han iniciado.
Según la Conselleria de Agricultura y Agua, de todas las actuaciones que debían ser acometidas por la Generalitat «se han ejecutado o se han iniciado los proyectos de más de un 70% de ellas», y aproximadamente un 30% dan ya servicio. Desde el departamento añadieron que se ha realizado «una priorización» de las que se consideraban más urgentes, y explicaron que algunas no se han empezado debido a que su viabilidad «depende de otras actuaciones del Ministerio que no han sido acometidas».
Por su parte, desde la CHJ apuntan que no disponen de información actualizada sobre el nivel de ejecución de las actuaciones de su competencia. Además, Francesc Signes, portavoz del PSPV en Les Corts en materia de territorio, considera que poco ha cambiado desde que denunció que el 70% de las actuaciones de la Generalitat no se habían ni iniciado, mientras que el porcentaje de ejecución de las competentes a la CHJ ascendía al 60%.
Pese a la disparidad de las cifras, lo cierto es que algunas de las obras importantes siguen en estudio. Es lo que sucede con las presas que permitirían controlar las avenidas del Júcar a través de su sus afluentes. Se trata de tres estructuras de laminación en los ríos Sellent (presa de Estubeny), en el Cáñoles (Montesa) y en el Magro (Marquesado). En las dos primeras, sólo se ha elaborado el estudio de viabilidad, según la información que figura en el Esquema de Temas Importantes del futuro plan de cuenca del Júcar, elaborado por la CHJ.
En cuanto al Turia, la Confederación trabaja desde hace años en dos alternativas. La primera es la presa de Vilamarxant, que parece descartada. Sería la última defensa de la ciudad ante una hipotética crecida del río. Además, los estudios recientes establecen que en el caso de que se produjera una situación similar a la de la riada de 1957, la cabecera del plan sur podría desbordarse, afectando a las zonas colindantes, con un importante desarrollo urbanístico, e incluso entrando en el viejo cauce. Por eso, la otra propuesta que baraja la CHJ es ampliar la capacidad de la cabecera del nuevo cauce.
En cuanto a las actuaciones de limpieza en ríos y barrancos para evitar la proliferación de maleza, desde la Confederación argumentan que se acomete de media una actuación cada día. Además, explican que en 2009-2010 la inversión para estas tareas se triplicó respecto a la cuantía destinada en 2005-2006, pasando de 11 a 35 millones de euros. Este año, hasta junio, el gasto se ha situado en 4,2. También matizaron que en el ámbito de la demarcación hay 42.000 kilómetros cuadrados de cauces, por lo que se priorizan las actuaciones que se consideran más acuciantes.
Pese a la inversión, son numerosas las quejas los municipios con encauzamientos sucios. Sucede en Alzira, por ejemplo, en relación al barranco de la Casella, o en la Pobla del Duc, en este caso por la maleza en el de Aixara. Las críticas también han llegado desde Dénia. Antes del verano el Ayuntamiento se puso en contacto con la Confederación para pedir la limpieza de los barrancos de la Alberca y la Fusta, y aseguran que no ha habido respuesta.
Algo parecido sucede en Gandia en relación a la adecuación de la desembocadura del Serpis, que precisa una adecuación urgente según el Consistorio. La zona, pese a ser amplia, está cubierta de vegetación, por lo que ha pedido en reiteradas ocasiones una actuación para mejorar su capacidad de drenaje.
Por lo que respecta a los planes muncipales que deben elaborar las localidades que se encuentran en zonas de riesgo de inundación, también queda trabajo por hacer. En total, son 136 núcleos con riesgo medio y alto, a los que hay que sumar los 39 situados cerca de presas. En 2010, cerca de la mitad (78) no tenían el documento elaborado, donde figuran las medidas a tomar en caso de catástrofe, como las vías de evacuación que se deben utilizar. Tras la aprobación de la ley de Emergencias, que se produjo en diciembre de 2010, las localidades afectadas disponen de un plazo de tres años para elaborar los planes territoriales y se exige una revisión cada seis.
La experiencia valenciana
Pese a las carencias de la Comunitat, los expertos consultados coinciden en que las actuaciones llevadas a cabo mejoran ostensiblemente la seguridad. Jorge Olcina, responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA), explica que la Comunitat «tiene una amplia experiencia acumulada en los últimos 30 años en la gestión de este tipo de emergencias por parte de los profesionales de Protección Civil». En relación al Patricova, señala que uno de sus beneficios es que permite a los ayuntamientos conocer las zonas inundabais donde no se puede construir, lo que ayuda a prevenir riesgos. De hecho, la cartografía del plan es vinculante a la hora de informar sobre nuevos desarrollos urbanísticos.
Jorge Tamayo, director de la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), tiene una opinión parecida. «Tenemos un plan de avisos meteorológicos -que marcan el inicio de cualquier actuación- bien estructurado, y la interlocución entre los profesionales es buena», añade.
Sobre los factores que influyen en la formación de una gota fría, destaca que se trata de un fenómeno atmosférico, un embolsamiento de aire frío en las capas altas de las atmósfera. Es cuando en la superficie se dan las condiciones idóneas -aire caliente y húmedo que entra en contacto con la bolsa- cuando se genera la precipitación. Las condiciones de la Comunitat, con temperaturas más altas, provocan que sean más virulentas.
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domingo, 11 de septiembre de 2011
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